Aquel primer amor que llego repentino en aquel verano en que la pubertad se deslizaba entre susurros, sonrisas entrecortadas y miradas de soslayo. Su rostro floreció a la sombra de la muralla romana en los jardines del Cid, entre rosas y amapolas, la dulzura de su andar mi corazón conquisto. Cuando ella me miro, desde la corta distancia del...