Aquel primer amor
que llego repentino
en aquel verano
en que la pubertad
se deslizaba entre susurros,
sonrisas entrecortadas
y miradas de soslayo.
Su rostro floreció
a la sombra de la muralla romana
en los jardines del Cid,
entre rosas y amapolas,
la dulzura de su andar
mi corazón conquisto.
Cuando ella me miro,
desde la corta distancia del...