Aquella despedida en la que no hubo ni llantos, ni gritos, ni sonrisas, ni lagrimas, en el instante del tiempo… Ni besos, ni abrazos, ni disculpas, ni reproches, que recordasen otros momentos, solo un adiós congelado como despedida. Aquella mañana, de primavera, enriscada en la plúmbica neblina del amanecer, en la vieja mochila fatigada, que hoy se...