Dos cuerpos desnudan, bajo el reflejo del firmamento estrellado, los hábitos de su día, inquietos a sus pies caen, como hojas de un otoño fatigado, arrugados y lacios mientras sus manos acarician el deseo y sus sufridos besos se derriten lentamente en la espera, tras los bocados de su pasión en la enérgica pelea cuerpo a cuerpo, de abrazos censurados, de veladas...