La envidia, el odio pervierten la mente, violan el pensamiento, laceran el cuerpo; son mudos silencios, son ciegos misterios que caminan separados sin hacerse favores teniendo un mismo objetivo.   Donde ellos moran la felicidad huye, la paz se entierra y el caos gobierna; el tiempo del dialogo camina por las sendas del remordimiento recogiendo lo perverso de lo que termina con dolor y...