Nosotros nos amamos en ese renacentista claustro de la mente en el que  nuestra pasión medita sus pesares, siendo sorda y ciega a los desconciertos de nuestra realidad cotidiana, en ella caminamos de la mano encantados del gozo de nuestros besos eróticos, de nuestras caricias tatuadas en nuestra piel quebrada.   Nosotros nos amamos en los rincones de un mundo que supura prisas por las heridas del...