Sigo en el plúmbico recibidor del patio de armas de ese palacio de cristal que la imaginación creo en el misterio de sus sueños esperando a que en el crepúsculo del alma el sol naciente ilumine con sus débiles rayos ese tiempo indefinido de mi existencia que corre sin descanso.   Sentado en el acantilado de mis extrañas quimeras, evoco como...