Han pasado noches de luna llena donde el aullido de pena destellaba, noches de cuarto menguante donde la añoranza su pesar enumeraba; ahora, está noche de turbia luna en que el sol sus miserias esconde, susurrando nombres, un viento nuevo acaricia mi rostro llenándome el alma de mansa quietud dibujando en la mente plenarias indulgencias de una realidad...