El pensamiento habita en el océano de mis tormentosos días y en el oscuro incorpóreo de mis noches, sometido al duelo de unas lagrimas calladas nacidas en el olvido, del olvido, sobre la playa de mi océano.   Trémulo y abatido mira el universo viajando por mi interior en testimonio de su rebeldía; porque es su propio enemigo condenado, porque es la culpa...