Tú, pequeño niño que huyes de tu destino corriendo a través del quemado desierto de juicios y confusiones, dejando atrás tus míseros sueños, tomándote con el cáliz de la intransigencia el egoísmo de tu razón cuando crees haber llegado a ese fragante horizonte de colores vivos, mirándolo con tu cruda mirada de dolor.   Una cerca limita ese horizonte de barro desgastado, de...