EL HOMBRE QUE SUEÑA

Esta entre la multitud

de una ciudad anárquica,

dónde su esencia péndula

entre callejas con historia

que le cuenta la utopía de su leyenda

antes de ser abrazado

por la metrópolis alocada,

pero cuando un hombre

en su memoria apila historias

estas alzan la voz

cantando en la mañana

la ilusión de un sueño

y en la tarde derrama

el sueño del olvido

sobre la gente que corre

al refugio de su deseo,

dejando al hombre que sueña

tejiendo en la noche

los versos de su reposar.

 

Camina en la penumbra

de las estrechas callejuelas

de la vieja ciudad

de un niño que es hombre

y su mente se desliza

por los miedos del ayer

que él ha conocido en un tiempo pasado

antes de que se apiñasen

en el baúl de los recuerdos

por la inquietud del hoy,

que pesar le dejan,

pero mientras camina por los lugares

que recuerdos le dejan

viaja en un sueño a un lugar,

del Norte, del Sur, del Oeste, del Este,

donde nunca antes ha estado,

en el que habita una alegre

y exultante comunidad

bajo un azulado cielo,

donde un huraño pintor

pinta el Sol y la Luna

en un árbol sin flor,

y un escritor la prosa de una fantasía

expresa en la blanca espuma

de las olas de su turbio mar,

como si fuese la perfecta certeza

de un erudito confundido.

 

Ante el deleite de su repentina fantasía

el hombre reflexiona, sobre la realidad y en ensueño,

reflexiona sobre las metáforas de su sueño

y sin premura un cuento escribió

como venganza de la vida que le toca

pues él quisiera la vida del sueño.

Cuando la noche deja de ser oscura

y en la mente el cuento encuentra su fin,

el hombre con voz quebrada

ordena al silencio que se calle

pues el oro de la mañana

ya se refleja en su ventana

y tiene que despedirse de su cuento,

pues debe emprender su viaje

en busca de su amante,

y con sutil enojo

deja que se vaya

sobre la húmeda hierba

de la albufera.

 

El hombre que sueña

no duerme en una colina,

ni en el valle del silencio,

donde el sueño real existe,

duerme en una metrópolis caótica

donde el ruido es sinfonía,

donde el silencio es gordura,

donde lo cotidiano es poesía,

donde el día es prosa

y la noche fantasía.

Donde los bonetes y birretes

imparten cátedra sobre realidad,

difuminada en engaño,

haciendo que todo parezca lo que no es;

“porque eres lo que eres

y si no eres quien eres

entonces quien eres”.

 

Porque el hombre que sueña

sueña para disimular;

sus fracasos, sus temores,

sus alegrías, sus victoria,

y sus derrotas,

y seguirá soñando

hasta que el dios de la naturaleza

le calcine con un beso.

 

Pippo Bunorrotri.

 

 

2 Comments
  • losrelatosdemoises
    Posted at 18:58h, 09 diciembre

    Muy bueno socio…

    • admin
      Posted at 20:38h, 09 diciembre

      Muchas gracias amigo, Un saludo