LA VEJEZ DEL ABUELO

Has llegado a esa edad

en la que no tienes exigencias

pero si requisitos y condiciones,

las primeras se han quemado

en la edad del camino,

las segundas, ahora primeras,

con desgana usas

en ese calendario

de números cansados.

 

En esa edad de instantes,

de lento tiempo

en el reloj de arena,

no pides mucho

solo replicas

con tu mirada,

la caricia de una mano

que tenerla quisieras

para adormecer la siesta

de un sueño sin recuerdo

en su cálida cuenca.

 

Necesitas el reposo

de esas manos brindadas

para abrir la puerta

de la quimera del mundo

donde la fantasía

dibuja ese trocito;

de deseo blanco,

de azules cielos,

de alegre baile,

de recuerdos,

de días sin  noches

en cuatro estaciones

que se han sucedido

tras el canto del gallo.

 

Has llegado a esa edad

que no pides mucho

solo una mano tendida

que abra las cortinas

de la añoranza

creando esa ternura

que te transporta

a la infancia.

 

Pippo Bunorrotri.

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