LEYENDAS DEL VALLE DE ANCARES

En el extremo noroccidental de la provincia de León existe un valle de ensueño, “Valle de Ancares” se denomina, que coincide con el Termino Municipal de Candín (que en la actualidad esta englobado en la comarca del Bierzo, comarca rica en muchas cosas y también en historia, contada por historiadores y escritores, pues por ella nobles caballeros y templarios cabalgaron). Se halla entre dos cuentas, la del Sil y la de Navia, separadas por los puertos de Ancares al Norte, Pórtelo al Sur de la Sierra de Ancares. Anclado en el límite de las comunidades de Castilla y León, Galicia y Asturias.

El Valle de Ancares, es el fruto de la erosión glaciar y fluvial, se encuentra rodeado de elevadas montañas (sobre 2000m) y pendientes pronunciadas. El rio principal es el Ancares, afluente del rio Cúa en la cuenca del Sil. Nace de la unión de los ríos Cuiña y de la Vega al sur de Candín. Como afluentes tiene los ríos Miravalles y Seco, y los arroyos del Penedon, de Baliñas y de la Cruz. El valle se cierra en el extremo Sur del municipio de Candín coincidiendo en el límite meridional de la comarca tradicional de Ancares.

El rio Ancares nace en el Pico Miravalles, su recorrido discurre entre rocas pizarrosas y areniscas, con abundancia de corrientes rápidas, pozas y tablas.

En tiempos este valle jurídicamente perteneció a Villafranca del Bierzo, y compendia las localidades de Candin, Pereda, Sorbeira; Villasumil, Suertes, Espinareda, Tejedo, Lumeras, Villarbon, Balouta y Suarbol. Hay estudiosos de estos asuntos de la geografía que dicen que la toponimia de “Ancares” con un significado de “Angulares” relacionado con el apelativo de “Anco”, que el diccionario Gallego define como “codo, recodo, cosa encorvada” derivado de la raíz indoeuropea “ank – doblar, curvar”. En un documento datado en el año 569 figura como “Anquares”.

Sus montes están compuestos de castaños, hayas, robles, tejos, acebos, alisos, abedules, capudres, avellanos y chopos. Y también monte bajo de brezos, escobas, piornos y genciana. Por sus empinadas laderas corren ciervos, ginetas y gatos monteses, donde el oso es el rey y el urogallo la reina.

Los habitantes de este valle es un pueblo milenario, considerado uno de los pueblos más antiguos de Europa, con su propia estructura e idioma, de siempre su principal modo de vida ha sido el comercio, que desarrollaban en los mercados de las comarcas colindantes.

En este valle el silencio te habla, susurrándote su historia y también su leyenda. Por eso he escogido este lugar para contar su historia de pueblo milenario y sus leyendas, bueno por eso y también porque soy hijo de ese maravilloso valle.

Su historia es la que es y ahí está, otros la han contado y la seguirán contando con mas acierto que el que escribe, yo solo voy a contar alguna de sus leyendas que pueden que no sean del todo ciertas ni que en ese valle hayan ocurrido tal y como las cuento, pero todos sabemos que las leyendas son como el viento y la nieve del invierno, van y vienen de acá para alla y nunca son iguales, depende de quién las cuente.

Esta leyenda que voy a contar tuvo lugar en el año y tantos, en la época en que las sendas eran de piedra y los caminos de barro, por donde transitaban, caballos, mulas y carros de madera.

“En uno de los pueblos del valle, Suertes para más señas, antiguo San Miguel, que en tiempos lejanos el fuego redujo a cenizas las pallozas del pueblo, lo que obligó a sus habitantes a trasladarse a orillas del rio de la Vega, tomando el nombre de Suertes, aunque mucha suerte no tuvieron ya que por los años 60 otro fuego los visito. Pero eso es otra historia.

Como empezaba a decir, en este pueblo de algo más de 50 habitantes, que contaba con cura, maestro y galeno, que a Espinareda, Lumeras y Sorbeira servían, vivía una moza, agraciada ella, que en edad casadera andaba, hija de Domingo y Dorinda, mas ella padre no conocía, ya que según cuentan algunos en el valle una coz de mula lo llevo a otra vida, cuando ella era apenas una niña, otros dicen que quien se lo llevo fue la cornada del aguardiente y del vino caliente. El caso es que madre e hija sin padre ni marido tuvieron que arreglarse para salir adelante, la madre en el molino de Isidoro, el molinero de la vega, la muchacha de casa en casa, mientras la madre y el molinero en polvo convertían el grano de maíz, trigo o cebada.

La muchacha, que iba para moza, ya que apenas había cumplido los 18 años, trajo al mundo aun neno en el pajar de su tío Herminio. Cosa que a todos los habitantes del valle extraño, pues a la muchacha no se le conocía mozo alguno que le rondase, lo que dio pie a rumores y especulaciones, que de boca en boca corrieron desde Suertes a Tejedo, y de Tejedo a Suertes.

Unos decían que del cura, don Tomas, hijo era, otros que del galeno, don Ricardo, era, cargados de alguna razón lo hacían, ya que la moza al primero lavaba la ropa en el rio al lado del molino, en las mañanas, y por las tardes las labores de la casa hacia al segundo. Ellos en público indignados lo negaban, mas en privado dudas los dos tenían, pues más de una vez los dos con su fuelle habían soplado bajo las sallas de la moza sin que ella reparo pusiese pues el aire le refrescaba.

Cuando a ella los vecinos preguntaban:

– ¿De quen he fillo o neno, do clero, o do galeno?

–De ninguno de los dos, fillo do ventó he

Era la respuesta que la moza daba cuando alguien le preguntaba. Mas los vecinos murmuraban para si tras la respuesta de la moza.

–Fillo do ventó dice que he, mas de que ventó he non oh sabemos, será da sotana o da bata será.

El crio fue creciendo y los rasgos de su rostro marcados se fueron haciendo, mas ninguno de ellos, al cura o al galeno, se parecía. Eran rasgos indefinidos que en el valle nunca habían existido; era rubio oro, de rostro alargado y tez mas blanca que el papel, era vivaracho y avispado, y a todos respondía ya que palabras no callaba, lo que le suponía más de una reprimenda de Dorinda su abuela, pues su madre todo le consentía. Todos en el valle se preguntaban, de quen será fillo o neno de Amelia, pues así se llamaba la moza, será fillo do ventó como dice la madre, pero de que ventó he un misterio que con tesón Amelia guarda bajo su refajo.

De tanto repetirlo en el valle, el neno con ese nombre se quedo, “filló do ventó”, y así todos en el valle le conocían.

Cuando el neno tuvo algo de razón a su madre un día pregunto:

–Madre porque dicen que soy fillo do ventó.

–Porque el viento te trajo en su regazo una tarde de mayo

– ¿Qué viento?

–El viento de Diciembre, que entro por el Puerto de Ancares, y se fue por el Miravalles a la caza del oso.

El tiempo paso, la moza mujer se convirtió, y algún hombre del valle bajo sus sallas soplo, pero de esos vientos niño alguno salió. Lo mismo que el tiempo paso para la moza, que muy pronto en mujer se convirtió, para su hijo ese tiempo también paso sin que decidiese que tiempo era el que quería vivir, ya que cura y galeno decidieron, quizás el remordimiento fue, que el muchacho en el seminario debía ingresar, para hacer de él un hombre de bien, y alejado de los murmullos del valle que en cuanto el viento entraba por el puerto de Ancares sonaban a raudales entre los almendros de la vega, que hacían que en la soledad del silencio una negra sombra se perfilaba y ellos no querían que un día el muchacho siguiese a esa sombra. O al menos eso el cura y el galeno pensaban y así lo manifestaban cuando ante el fuego se sentaban.

El muchacho tenia trece años cuando se alejo de los murmullos y del silencio del valle para ingresar en el seminario, y a su madre y al valle abandono, a él solo regreso cuando en hombre respetable se convirtió, y el valle ya había olvidado su historia.

Lo que al muchacho le aconteció en los años de seminario forma parte de su historia, historia que el valle desconoce, lo mismo que desconoce quién es su padre. Lo que sí se sabe en la comarca del Bierzo, que desconoce su historia de niño, es que el joven Alonso, pues así se llamaba el neno en el Valle de Ancares todos conocían como el “fillo do ventó”.

Como iba diciendo lo que la comarca del Bierzo conoce es que un joven Diacono, de nombre Alonso, en el obispado de Astorga, preñada dejo a una Novicia de segundo año, hija de un noble señor con palacio y tierras, descendiente del Marquesado de Villafranca del Bierzo, para disgusto de la familia de la novicia, que durante meses trato de ocultar lo que era más que evidente.

El caso es que él se vio obligado a dejar el Diaconado y la sotana, y ella el Noviciado y el convento. A los nueve meses la novicia dio a luz a un niño. Este si era realmente o fillo do ventó y del clero, esto último lo digo porque sus progenitores entre sotanas y hábitos lo engendraron. El padre pasó de ser, o fillo do ventó, a noble señor con palacio y tierras en el señorío de Villafranca del Bierzo.

Algo que por derecho de cuna le pertenecía y desde su nacimiento se le había negado, pues su verdadero progenitor era el hijo del Conde de Lemos, que un día entrando por el Puerto de Ancares y saliendo por el Miravalles, dejo preñada a una moza, que nombre no conocía, en el campo de San Miguel.

Esta es una historia ficticia, pues certeza de ello no hay que puede ser real o no, el caso es que es una de tantas leyendas que la historia de los pueblos ha creado y que el tiempo ha ido moldeando, y como toda leyenda una moraleja en la sombra de sus palabras hay, y que cada cual a de sacar.

 

 

NOTA: Prometo que habrá más leyendas del “VALLE DE ANCARES” Todas ellas salidas de la imaginación, aunque eso si aliñadas con algo de realidad…

 

6 Comments
  • Rubén Garcia García - Sendero
    Posted at 04:02h, 21 enero

    Larga pippo, me recuerda a la clis de sol, es un cuento de un costarricense. esta en la red. o bien busca la antología del cuento hispanoamericano de Seymor menton, allí se encuentra. Cosas de la vida de los pueblos. abrazo grande.

  • Junco y Gacela
    Posted at 18:38h, 24 enero

    Las leyendas dan vida a veces a la cultura popular, no siempre son ni verdaderas ni falsas, mezclas a veces quedan.
    Los Ancares son un hermoso lugar donde perderse a pasear, donde poderte perder como bien dices en el silencio.
    Hace ya tantos años que lo pasee aún asi recuerdo el lugar. La Fotografía bonita mucho.
    Gracias Pippo por traer lugar y leyendas!!

    • pippobunorrotri
      Posted at 19:18h, 24 enero

      fue el primer lugar que vieron mis ojos al nacer un fría tarde de diciembre porque el destino así lo quiso. Así que ase lugar me un algo especial

      • Junco y Gacela
        Posted at 19:36h, 24 enero

        Si los recuerdos son especiales en determinados lugares, con determinadas personas. Besos!!

  • Slictik
    Posted at 15:40h, 26 enero

    Conozco bien el valle de Ancares, donde pasé algunos veranos con mi tienda de campaña, lo mismo que el valle del silencio, Truchas, Ponferrada, los restos templarios y Villafranca del Bierzo. Aunque mis abuelos eran de la zona de Riaño y conozco mejor aquellas montañas, me encanta el Bierzo, sus ríos, valles y montañas. Aquellos paisajes, como sus gentes y su historia dan para mucho. He disfrutado de su gastronomía, sus vinos y de la música de Amancio Prada, pero nunca escribí nada inspirado en mis viajes por la zona, tal vez debido a que la influencia de Valle Inclán es muy poderosa en esos paisajes. He disfrutado mucho de la descripción del paisaje, pero sobre todo de esta leyenda ficticia, tan enraizada en el entorno y la historia. Un texto muy bien escrito, muy bien narrado, un buen trabajo estilístico que el lector disfruta, especialmente si conoce la zona. Un saludo.

    • pippobunorrotri
      Posted at 17:15h, 26 enero

      Muchas gracias por tus palabras