MI TIEMPO II

Me apeo del coche, le doy un vistazo rápido, comprobando por si acaso no está bien estacionado, y aprieto el botón de cierre centralizado. Me asiento el sombrero, mientras comienzo a caminar despacio, sorteando las sombras que produce la paupérrima luz de los viejos candelabros de hierro forjado, anclados sobre las poligonales piedras, de roca de Boñar, que tantas sombras han cobijado a lo largo de sus casi cinco siglos de historia, que conforman el Palacio de la Paridad.

Siento un cierto aire cansino en mis piernas, noto como si mi sangre fuese de un líquido viscoso, pastoso, circulando lentamente por el canal de mis venas. Procuro no tropezar gobernando mis pies del cuarenta y seis, camino hacia el portal de mi edificio, a la vez que mi conciencia, a su libre albedrío va reflexionando sobre el trabajo que me espera mañana jueves, y sobre cómo ha ido el día de hoy. Lo normal, como casi siempre que estoy a punto de entregar un trabajo, la verdad es que había sido un día movidito: las prisas por terminar, las discusiones, los atascos, no digamos el par de funcionarios lerdos con los que me pasé media mañana tratando los temas presupuestarios del proyecto, que se tiene que tramitar pasado mañana. Como casi siempre, es un tiempo perdido, entre los entresijos de una administración misógina y engreída, enmohecida por el paso del tiempo, en una rutina perezosa y testaruda.

Mi mente no consigue distenderse caminando esta breve distancia, noto como un cierto desasosiego interior, el cual me hace sentir una intranquilidad que no termino de discernir con claridad. De repente me encuentro ante el edificio, donde ha vivido mi abuelo toda su vida, y que tan bien conozco. Decido detenerme a este lado de la calle, frente a el, mientras me distraigo contemplando el escaparate del comercio que tengo a mi izquierda, más por terminar de fumarme mi pipa, que he cargado esta tarde-noche, que por la curiosidad que pueda sentir por lo que expone el escaparate. El libar de mi pipa, el sentir en mi boca el sabor aromatizado del tabaco, me ayuda a recobrar la calma necesaria que preciso en estos momentos para conciliar el sueño.

 

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