SUSURROS DE UNA NIETA

Tú abuela, contempla

 los crepúsculos del otoño

con anónima ilusión,

esperando el frío invierno

en que mi diminuto cuerpo

caliente tu tierna alma

de madre arrinconada.

Tú abuela, crees reconocer

la sombra

de mi diminuto cuerpo

que se forma con tu sangre y tus lagrimas

en las cálidas ondas

del vientre de otra mujer, mi madre,

en la sombra de tu sueño.

Que ilusión, abuela,

poder sentir,

poder admirar,

en ese primer día

de mi llanto desesperado

tu sonrisa plateada,

tus ojos esmeralda.

Abuela, te prometo

que en la cuenca

de mis diminutas manitas,

el primer día de mi existencia

en esta vida robada al amor

recogerán los diamantes

de tus lagrimas.

Tú abuela mía,

contempla los crepúsculos

de este otoño de ilusión y fantasía,

que en una húmeda noche, llegare,

para que me acurruques

entre tus suaves brazos

con el palpitar de tú corazón

que palpita con el mio

mientras tus dedos

acarician mis mejillas,

mientras tu mirada sorprendida

me tararea mi primera nana.

Tu abuela, que ilusión

poder corretear

por el campo de tus sueños,

poder navegar

en el mar

de tu memoria.

 

Noviembre de 2014, un mes antes de que naciese Valentina

Pippo Bunorrotri.

 

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