Te vas, en el crepúsculo del amanecer cubierto de plúmbeo celaje sin el velado adiós de serena despedida, sin percatarte tan siquiera de que contigo te llevas la sombra plateada de la existencia de mi ventura en el día a día, quedándome solo, sin sombra, en la pedregosa travesía de la tormentosa soledad de una realidad vacía.     Te vas, y...