AMANECER EN EL MEDITERRANEO

El día se despierta solo

silencioso, místico y anónimo

mientras la noche raída

se queda apresada

en la mirada de un ciego.

En el horizonte del Mediterráneo

el azul, pajizo, rosa, naranja y rojo

forman un vidriera coloreada

tras la que el sol sus brazos alza

iluminando el atrio de la catedral del mar,

a sus pies la ciudad perfila sus sombras.

Desde lo alto de la Torre del Micalet

percibo que la luz se inclina

pidiendo la venia,

la miro fascinado

como un enamorado mira a su enamorada

caminando por el pasillo de la catedral hacia él,

espero que ella venga a mi encuentro

para besar mi rostro.

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