NO SE QUE HACER CONTIGO, SOLEDAD

No sé qué hacer contigo, soledad…

Soledad mia, clausura del silencio…

No sé cómo llenar tu tiempo

pues para mí no tengo

ya que los susurros del tiempo lo colman.

De niño, en el bullicio del silencio te encontré

y sentado en el alfeizar de la ventana

dibujaba crepúsculos futuros

que tu de colores pintabas,

eran los retratos files y libres

de un niño y su soledad.

De joven me perdí en la algarabía

de la irreverente adolescencia

en el tiberio de un mundo

sin preguntas ni respuestas,

coleccionando amigos discrepantes

y amantes de un día.

Hubo momentos

en que fui luz sosegada,

en otro caballo desbocado…

¡Si me perdí!

Porque a ti, soledad

no te amaba, no te soportaba,

por eso te traicionaba

con la lluvia, el sol,

el vino y el alcohol,

y en la noche cuando me reclamabas

yo bajo la luna me emborrachaba

con los besos de una mujer

que tu nombre llevaba,

en las grises y frías tardes de otoño

yo te cambiaba

por amistades de sofá y gestos,

por amores fingidos y ciertos.

Esa edad paso,

como paso la adolescencia y la niñez,

y a ti no acudí

pues el tiempo escaseaba

que otras razones lo reclamaban.

En esa etapa de mi vida

hubo deseos, pasiones, ilusiones

verdades, mentiras

y palabras frías como el hielo

que en mi cuerpo dejaron herida

y mi alma vacía…

¡Sí! a ti acudí

en ese momento de decepción,

oculto tras una mascara

queriendo curar las heridas

que la arrogancia había dejado,

mas tu, soledad, soledad mia,

no tenias tiempo

y me encerraste en la celda del desprecio

para que lamiese mis heridas en silencio,

que yo con bizarría acepte,

mis heridas cure

que cicatrices dejaron de lo que fui

y aprendí que eres buena compañera

pero mala consejera.

Ahora, que no soy más sabio,

pero si mas vivido,

y la ufana altanería

por el camino he dejado,

encuentro en ti, soledad…

Soledad mia,

el eco de aquel sueño de niño en la ventana

olvidado entre las traiciones

de un joven insolente

y el galleo de un hombre petulante.

En tu compañía, soledad,

que es la mia,

descubro, no sin sorpresa,

el oscuro y esbelto cuerpo del deseo

del silencio,

de un escritor, de un poeta,

que me da fuerza y debilidad

para escribir versos y prosa

de lo que veo desde mi ventana,

del recuerdo del ayer,

de lo que siento hoy, ayer y mañana,

siendo águila de día

y búho en la noche.

Que solitaria verdad eres, soledad…

Mi soledad de siempre,

eres caricia y abrazo,

sol y mar,

oscuridad y desierto,

eres la pasión de un escritor de un poeta

que mira al mundo sin desprecio,

pues tu eres su hija más querida

y también la más abnegada,

en tus brazos los dos se refugian

buscando la soledad que aman.

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5 Comments
  • lucesysombras
    Posted at 20:29h, 12 junio

    ??

  • juanmiguelesteban
    Posted at 13:56h, 13 junio

    Eres las dos cosas, más sabio y más vívido, aunque una cosa no implique la otra hay circunstancias que si. Enhorabuena