La noche llega silenciosa, los parpados caen como pesados plomos sobre las pupilas, como losa sobre la sepultura. El sueño llega blandiendo sus blancas alas tejidas en sabanas de seda, abandonando la selva negra donde habita y sestea, en un afán de alcanzar el deseo escondido entre las carnosas hojas de las sombras que cortejan al rayo de sol...