En esa noche sin espíritu en la que me sumerjo cuando el cansado día recoge su mercado dejando caer las telas de sus horas maceradas, los Dioses del Olimpo cruelmente sonríen mostrando su enojo y abriendo el cajón de los miedos; en mis ojos gastados, por la luz de un día incierto, apareciendo el cansancio, el temblor y el...