Llevo el frio dolor de una existencia caminada en las horas, inserto en el alma de esa vida vivida y solo el sentido de tu cálida voz aplaca ese azote que no muta porque duele, escondiéndose en el jadeo de un lamento que ni siquiera se si es mío.   En mi alma los grises temores, los perennes insomnios de esa vida, donde el dolor...