No opinas del amor porque lo has perdido, o quizás sea, que lo hayas olvidado en las esquinas del tiempo.   Ese tiempo en el que desnudo te mostrabas esperando que la flecha de cupido rotunda atravesase la inocente desnudez de tu sentimiento.   Ese sentimiento que siempre traicionabas en las dudas de una sospecha por el cobarde miedo a que tu corazón sangrase… huyendo con...