Los dedos dibujan vacilantes caricias en la piel de ese rostro que confiado mira la luna de un deseo.   Los afelpados movimientos perturban el alma de ese rostro que acuna pasiones de ese sueño roto.   Las sombras del anhelo dibujan palabras en el corazón de ese rostro que mira la luna de un día que no tiene tiempo.   Vagos pensamientos, fugaces encuentros en esos momentos de soledad...