En tu tiempo corrido conociste rostros y mascaras que llenaron las horas de tu existencia cotidiana.   Horas que perdiste en el desencanto de una mirada perdida –la tuya- y de su errante alma, y con el viento de la decepción curaste las heridas del arrepentimiento, quedándote  solo contemplando el resumen del pasado donde solo ha quedado el rastrojo quemado de aquel encuentro en las...