En el descaro puro de ese momento casto en que el lascivo silencio grita al desierto de la nada la desesperación de su dolor, el inocente sosiego se agrieta goteando lagrimas de soledad, en el profundo vacío del sentir del alma el chis-porreó encendido de unas emociones apresuradas, susurrando veladas sonrisas de libertad; de unas horas, de unos días, de una vida entretejida...