LOS SUSURROS DE LOS POETAS MUERTOS (Henry David Thoreau) III

Hermano espiritual en el tiempo
(espero que los dioses acepten este parentesco)
tiendes hacia mi un puente hecho de poesía
tomas la mano que sostiene el libro
y me llevas de paseo por tu Concord natal
tu éxtasis es mi éxtasis
retiemblan en tu palabras ecos de mis balbuceos
en tu luminoso ostracismo
hecho de flores y praderas
eres una deidad algo lejana pero siempre acercándose
Firme Thoreau, lobo que a la luna llama
en aullidos de rebeldía, derramados en el aire balsámico
que circunda tu prosa esclarecida
en ella afloran mil gemas del pensamiento
me haces vibrar como si encarnado siguieras
eres en las altas madrugadas
la voz de una antigua inteligencia
que canta y llora
a las comunes cosas desparramadas
aquí y allá y mas lejos también
tu me enseñaste, lucido Thoreau
que la belleza y el alma son una sola cosa
cause de una es la otra
en un solo remanso dos vertientes
alma y belleza eso no se separa
por eso abdico de paraísos que se extienden
mas allá del circulo de Buenos Aires
que tiene retazos de tu Concord
en parques de esmeralda engastados en barrios
que orbitan el secreto centro porteño
Apasionado Thoreau
las repetidas lunas me encuentran abismado
en tu nectárea lectura, construyendo
castillos que en el aire tu y yo hacemos
sin preocuparnos de sus cimientos
 
 
Es un poema extraído de “Walden; La vida en los bosques”
Encontré entonces en mí
–y aún ahora lo hallo-
un instinto que me llevaba
hacia una vida más alta o espiritual,
según suele decirse,
como lo tiene la mayoría de los hombres,
y otro instinto que me llevaba hacia
un nivel primitivo y salvaje;
y guardo respeto por ambos.

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