Lloras la promesa incumplida, con el rostro entre las manos y el corazón acartonado, gimes sin llorar pero los silencios de las lagrimas corren por los pliegues de tu rostro compungido deslizándose entre el anular y el corazón de tus trémulas garras hasta caer rendidas en las baldosas de barro, con su lento suspiro, donde las huellas desdibujadas de tu...