Deja que sea yo, el yo, sin espejos ni reflejos, el que no utilice mascaras ni Zendale de terciopelo para hurgar en el alma, que sea el amanecer de un pasado muerto. Deja que sea yo, el yo, que su olvido sea un recuerdo en los minutos de un atardecer cualquiera, en las horas de un crepúsculo que asoma...

Tras la mirada del hombre se encuentra la desdicha que la claridad del día desfigura con su aroma y en la fatiga de la noche cuenta la cuaresma de la desgracia, mientras espera un día que llegue del ocaso en el amanecer del vacío donde la tragedia sea el recuerdo del olvido. Pero eso solo es un...