En el atardecer de un verano, de detener instantes en la mente, como demente pintor, el cielo pinta esa puesta de sol única en la memoria.   Con sus amarillos fosforitos, sus naranjas pálidos, sus ardientes rojos, sobre el lienzo de ese mar desprevenido que adormece sus horas en el leve traqueteo de las olas.   En la ligera brisa flota la...