La brisa nocturna acaricia mi rostro mientras la luna ilumina el acantilado de mi muda sonrisa.   Mis pensamientos corren al pálpito del ayer para hablarle a la noche estrellada de aquel primer amor que se fue en la última sonrisa de aquel verano; de zapatillas y disimulos de refugios  y susurros, de deseos contenidos, de pasiones cabalgadas, donde el corazón temblaba y las...