En el infinito mar de una mirada perdida en el plúmbico horizonte de la añoranza, los ojos abrazan con vehemencia el abismo pedregoso de su secreto, ese donde el alma se balancea sin susto en las olas silenciosas de la abandonada soledad que hipnotiza la tristeza de esa mente silenciosa que voces suprime, adormeciéndose en los rostros de las sombras de la memoria que...