Mis ojos se tapiaron, mi mirada se extinguió, el sofoco de mi suspiro se ahogo en el dolor. Los latidos apagaron el opresor ardor de mi corazón. Mis noches se volvieron mantos fríos de resquebrajados anhelos. La triste soledad de la pasión quieta como carcelero, encerró la calidez del deseo.     Porque tú ligera brisa de mi caricia, te sumergiste en la incógnita de tu universo, dejándome...