Nuestros cuerpos se unen como etéreas filigranas en el espacio atildado del  instante vibrante de un momento eterno, como las notas de una flauta que se abrazan en el desahogo de un soplo. Nuestros labios se encuentran, en ese tiempo sin tiempo de dos besos que se acurrucan, entre dos murmullos que confunden los suspiros de deseo y los jadeos de pasión, para...