EL PESAR

Las mortecinas brasas

de un fuego encendido

un día apacible, sereno,

donde el gozo era perfecto

arden débilmente

en la oscuridad

de la noche extraviada.

Su luz solo es un destello

de esperanza

a que el fuego prenda de nuevo,

para que caliente los leños

de los placeres pasado,

para deleite del amor

en el viento de la vida.

 

En la penumbra triste,

el negro dolor

de amargura llena el pesar,

llenando de llantos

la niebla de los recuerdos.

Balbuceamos nuestros nombres

cuando nos conocimos,

y nuestro abrazo

fue un temblor,

de nuestros cuerpos miedosos

de cruzar el abismo

de cristales rotos,

donde nuestra vida yacía.

 

En la historia tranquila

de nuestro caminar pegados,

hubo tornados de desconsuelo

agitando la agonizante llama

de nuestro amor,

recuperando el fuego

que nos habito,

dejándonos en la noche

el pesar de días y noches

perdidas en la incomprensión

del desconsuelo.

 

Pippo Bunorrotri.

 

 

 

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