20 Nov LA RUPTURA
Por fin todo terminado
ya no existe lazos, ni ataduras
que hagan de nuestra vida
el calvario de un infierno;
todo está roto,
todo es pasado,
y la amargura, reposa al fin
en el aljibe del olvido
y nuestro corazón
cumple su deseo.
Ser libre.
Nos amamos un tiempo
de pasión y deseo…
fue un error… fue u desvarió…,
que fantasías cumplimos
que con mentiras distraíamos,
pues la verdad era tan amarga
que no nos atrevimos a aceptarla
por la decepción de nuestro orgullo;
otra equivocación de nuestra altivez,
de hombre arrogante,
de mujer soberbia,
pero ahora todo ese tormento,
toda esa frustración
que la trague el olvido
para que el corazón vuele libre.
Nos hemos despedazado
sin clemencia,
por culpa de mi orgullo,
por culpa de tu soberbia…
una y otra vez
con dos bandos enfrentados
batallas comenzamos,
que ninguno ganábamos,
retirándonos a nuestros aposentos
para lamer nuestras heridas
de una guerra
perdida de antemano
que solo deja desanimo
en los dos bandos
que solo deja desanimo.
Mas te diré
que de mi boca
murmullo alguno saldrá
que acuse tú proceder…
si acaso el mío.
Ninguno de los dos,
en alguno momento de la guerra,
mostró ser tolerante,
más bien lo contrario;
los dos la razón y el mando
deseaba poseer
para tener al otro subyugado,
gran necedad la de los dos
por creer que el mando da poder
cuando el poder también es
saber transigir y renunciar.
Ya todo ha terminado,
nuestro castillo hemos derribado,
de nada sirven los lamentos,
ni el orgullo, ni la soberbia;
ya navegamos
cada uno en nuestro velero
con nuevos vientos
hacia otros puertos,
que acojan con desvelo
nuestra felicidad perdida.
Pippo Bunorrotri.
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