14 Sep UN DÍA SIN NOMBRE UNA TARDE CUALQUIERA
Se cruzaron nuestras vidas
un día sin nombre,
en una tarde cualquiera
en el andén de una estación
de una ciudad con solera.
Un que otro
nuestras miradas se encontraron,
radiantes se inspeccionaron,
codiciosas se reconocieron,
y sedientas se absorbieron
saciando su curiosidad.
Tras el impacto
nuestros mundos perdidos,
en el recuerdo del olvido,
resurgieron de entre las ruinas
de nuestra oscura morada,
en que permanecieron
las ilusiones quemadas,
rebrotando
con fuerza inaudita
las almas sin vida
de los cuerpos que habitan.
Aquel día sin nombre
en una tarde cualquiera
ocurrió la colisión perfecta,
desprendiendo rayos,
incrustándose en nuestros cuerpos
llamaradas de ardiente vida.
¿Quién es el que espera y quién va la búsqueda?
¿Fuiste tú quien se quedó en la otra orilla varado?
¿Nos mantuvimos juntos hibernando en manos del tiempo?
Ocultos nos mantuvimos en el limbo,
quedando nuestras almas
a la espera del momento
en el que poder acoplarse
donde resurgió
el estallido nuevamente.
El destino alfombró el sendero
con brocados de oro
y tapices de seda.
Esponjosas nubes dibujó el cielo
por las que deslizarnos juntos,
sin temores y sin miedos.
Nuestros nombres
el firmamento grabó a fuego,
letras de amor se esculpieron
y brotaron, como tulipanes
en todos los rincones
de nuestros cuerpos.
Hechizo de aromas múltiples
abanicaron nuestras almas errantes
que vagaban
en la eternidad sin consuelo.
Estremecidos nos abrazamos
reconociéndonos con minucioso detalle
en cada palmo de nuestro cuerpo,
en cada pliegue de nuestra piel,
en cada surco,
en cada trazo,
en cada herida,
en cada aliento.
Reconfortando el silencio,
de nuestras caricias
que vencidas,
se retiraron
de su destierro,
despertando al hombre
y a la mujer,
perdidos en el recuerdo
del olvido
Hambre de amor extrema,
contenida e insaciable
que nos mantuvo desnutridos
en el exilio de nuestras oscuras moradas.
Despertó el amor explosionando
los hechizados corazones.
Tanto como desee encontrarte, te amé.
Tanto como me anhelaste, me amaste.
Fue suficiente una mirada
para que el amor estallara
una tarde cualquiera
de un día sin nombre
en el andén de una estación
de una ciudad con solera
en la que el destino
nuestras vidas unió,
ahuyentando
la soledad de nuestras almas.
Pippo Bunorrotri
Leila Abidar
Posted at 03:23h, 15 septiembreAlmas que se reconocen…hermoso!!!
admin
Posted at 09:28h, 15 septiembreGracias
dramaqueen2018
Posted at 23:03h, 25 septiembreMe recuerda tanto a algo que me paso en el tren…