IMAGINACIÓN, SEÑOR DEL ENSUEÑO

Cansado del crujido de este mundo

donde el desconcierto y la anarquía

lo gobiernan en la utopía del ego,

agotado del disperso caminar

en el día de la angustia por la tortura,

perdido en el calvario de la desesperación,

tu señor del ensueño, soprano de mi yo,

me reclamas de nuevo;

noble y franco amigo,

que nunca me abandonas

y que siempre me acompañas en la sombra.

Sin ilusión el mundo no camina sin ti,

descansando en la apatía,

este mundo de astucias y odios,

verdades y mentiras por igual,

de dudas y sospechas

y egos ensombrecidos,

tu fantasía de mi yo

y la libertad de la intuición

disfrutamos del silencio del mundo,

ese soberano de la soledad.

Inseguridad, angustia y oscuridad,

es el frío desierto que nos rodea,

nuestra cárcel de insatisfacción,

eso nos importa y nos preocupa

pero no por eso debe ser

quien interrumpa esa soledad nuestra

donde brilla el sol en su esplendor,

donde el mar es tranquilo y bullanguero,

donde no hay primavera, verano, otoño, ni invierno,

donde solo una estación rige nuestros sueños;

la imaginación.

La realidad es tan distinta

a como la pinta la imaginación;

pues en ella el destino

la ha dibujado natural,

perezosa e in-concreta,

y donde la razón es el rey

que se sienta en su trono

aseverando que el sufrimiento es vano,

y los sueños solo son meros espejismos

que se desvanecen en el aire,

pues la verdad con su rudeza

arranca las fantasías de cuajo.

Pero en esa realidad hay un oasis

que se llama creatividad e ingenio,

que a las visiones valladas del mundo,

con el denuedo de su persistencia,

empíreo de otras batallas libradas

en el otoño de su tenacidad,

les haya remedio que es alivio

convocando a la vida

de lo que ya era fin,

susurrando al mundo real,

con su voz divina

que la vida no es muerta,

aunque lo parezca.

No me fió de la suerte de un duende,

pero en las sedentarias horas de la noche

escucho con gratitud a la imaginación

dándole la bienvenida

y sintiendo su cálido aliento,

pues ella es la esperanza

allí donde la ilusión muere.

 

Pippo Bunorrotri.

 

 

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