La noche me despertó en el segundo tañido de la monótona campana que anudaba la hora en que los gatos se aparean y los hombres y mujeres cuentan suspiros. Intento dormir de nuevo, mas el sueño se revela en el desvelo del último tañido, aguijoneando la imaginación; ese toro bravío desbocado que ciego corre sin control. Por matar el...