08 Sep AQUEL PRIMER AMOR
Aquel primer amor
que llego repentino
en aquel verano
en que la pubertad
se deslizaba entre susurros,
sonrisas entrecortadas
y miradas de soslayo.
Su rostro floreció
a la sombra de la muralla romana
en los jardines del Cid,
entre rosas y amapolas,
la dulzura de su andar
mi corazón conquisto.
Cuando ella me miro,
desde la corta distancia del infinito,
con sus ojos verde-oliva
la máscara blanca de niño
a sus pies se rompió,
mis piernas eran piedras
y mi vida, en aquel instante
un blanco folio.
Cuando ella me sonrió
con su mirada inquieta
me volví lerdo
balbuceando palabras inconcretas
de una mente errante
en el laberinto de sentimientos
encontrados.
Cuando ella se acerco
el rojo de mi sangre
mi rostro pinto,
volviéndose todo
burbujeante mediodía,
y en el ángelus de mi adolescencia
el silencio era muda sinfonía
y mi mirada escribía
versos sin rima.
El primer beso
fue casto…, tan casto
que fue un hasta mañana
el segundo, fue una semana
después del hasta mañana,
que fue el primero
que le robe
en el portal de su casa,
fue un beso brujo
pues el hechizo
nuestros corazones.
De él guardo su recuerdo
en el altar de la memoria,
en el silencio de las palabras
en el arrumaco del sentir.
Te mire a los ojos
en un fugaz instante
queriendo buscar en ellos
el perdón del denuedo
de la frescura de la adolescencia,
tú los cerraste en el soplo del segundo
intuyendo mi procacidad
esperando impaciente
el primer beso del recuerdo,
y mis labios timoratos
se posaron en los tuyos,
y los dos sentimos
el ardor de la pasión,
y el instante fue eterno
en el tiempo del reloj.
Salí a la calle exultante
beodo de emoción
portando el sabor de tú dulce boca
mientras tú me mirabas desde la puerta
encendida como una estrella
sonriente como la luna de carnaval
como caminaba hacia atrás
sin dejar de mirarte.
Cuando nuestros cuerpos se encontraron
en la penumbra del atardecer
en aquel cuartucho desvencijado
de la buhardilla de los abuelos,
con un ventanuco enfocado
al claustro de la Carmelitas,
al que la luna se asomo
con su sonrisa turbada
mientras mis dedos temerosos
buceaban bajo tu blusa
y tu falda corta
recorriendo el mar costero
de tú piel sedosa.
Aquel atardecer
donde la ropa estorbaba
y la luna bañaba
nuestros cuerpos sudorosos
mientras descubrimos
los suspiros del recuerdo,
los gemidos de la pasión,
las promesas del olvido…
Aquel primer amor
se ahogo en el océano
de nuestra vida de locos
unidas por el momento
del tiempo
que fue el primer amor,
y que perdura en la memoria
como el retrato perfecto
del instante del tiempo
del momento apolíneo, donde
la pubertad perdió su inocencia
y la adolescencia gano su rebeldía
con el grito del amor.
Pippo Buborrotri
lucesysombras
Posted at 20:51h, 08 septiembre?
Estrella RF
Posted at 13:11h, 09 septiembreLo has dicho tan bien…
el temor a lo desconocido
al mismo tiempo que el deseo
de probar un poco más…
Balbuceos en el aprendizaje del amor
que dejan un poso dulce en la memoria
y una sonrisa se perfila en los labios
al recordarlos.
Un abrazo, Pippo.
admin
Posted at 14:37h, 09 septiembreMuchas gracias Estrella.Un saludo