AL POLITICO

La ambición, la codicia, el engaño

la testadura convicción de su ego,

habita en su alma, recorriendo su cuerpo,

como un ejército de hormigas carpinteras,

cubriéndose del amable narcisismo,

como el sin techo se conforma

con los despojos que recogen

de quien les desprecia.

 

Sus convicciones son tercas,

sus dudas cobardes,

cuando esta aparecen,

las transforman

en alegres errores de otros

retomando el cenagoso camino

de las palabras que lavan

sus despropósitos.

 

En la almohada de sus sueños

reposan sus remordimientos

y con el bisturí de su voluntad

los diseccionan, como experto cirujano

trasplantando remordimientos

por amables mentiras

que disfrazan el momento

de sus dudas.

 

Son trovadores que manejan

los hilos del engaño

en el tea-trillo de la vida

encantando al día a día

que avanza persistente

 hacia el abismo de la nada

entre las tinieblas de una sociedad

que persigue sombras.

 

Pobre sociedad degenerada

que su deseo satisface

lamiendo los pechos

de una joven ramera, “la política”,

que sus encantos operados

hace que olviden su desasosiego

aumentando sus cobardes dudas,

robando sus ilusiones.

 

Denso hormigueo asalta

la conciencia del pueblo

cuando escucha ensimismado

las elocuciones del político

que muestra sus convicciones

con las verdades del engaño,

descendiendo por su cuerpo

un río de quejas y preocupaciones

que dejan los llantos

de los errores del político.

 

El político, gruñe, grita

gesticula y recrimina,

los vicios del pueblo

que siembra en el campo

de su día a día, ilusiones,

que para el político

solo son los bostezos

de su siesta.

 

Pippo Bunirritri.

 

 

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