LA TRISTEZA DEL TIEMPO

El tiempo, ese anacoreta que vaga

en el espacio indefinido

de la existencia errante,

marcando arrugas en los rostros;

no trota en vano, como sonámbulo

por las calles de la biografía

formando alcazabas de piedra,

de arcilla con argamasa de paja,

que cobijen soledades

en los tiernos despuntes

del anochecer.

 

Qué triste es el tiempo

cuando el intimo fuego

solo son las ascuas

de un tiempo que se quemo

en el desencuentro del segundo,

y los sentimientos, esos dioses que guían

han huido ante el indiferente frío

de unas horas sin llama,

dejando que el hastió, la desgana

se sienten en el trono

de los silencios del sentir.

 

Los gemidos ya no nadan

en la laguna del llanto,

ya que los ojos

sus lagrimas han secado

en el calor de la morriña,

y en las nocturnas soledades

los suspiros son misterios

viendo como el viento sopla

y la hojarasca del jardín

rueda lentamente

sobre la húmeda hierba

que inspira un sueño.

 

Pippo Bunorrotri.

 

 

 

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