09 Sep CONFESIONES
Me he postrado a la orilla
de la playa blanca
de tus labios
y he depositado
los besos
de mi silencio.
Ese silencio que he roto
esparciendo palabras al viento
que llevan tu nombre
y el aroma de tu ser.
He crecido como esencia
entre tus brazos mullidos,
he madurado percibiendo
los verbos de tu voz.
Bajo tu mirada
he construido
castillos de arena,
mansiones de piedra,
puentes de hierro,
ciudades de polvo y nieve,
y en todos, tú sonrisa
era la ternura
de la esperanza.
Ante tu presencia
las olas del mar temblaran,
el viento dibujara
remolinos de arena
bajo tus pies,
mientras te escondías
de las miradas
que negaban
la evidencia
de ser tú misma.
Tú silueta, tú porte,
sorprendía
al amanecer del día
donde la retama
de las horas
con sus colores
escribían las sonatas
que se le olvidaron a Vivaldi,
y donde las gaviotas
con su vuelo
esbozaban las melodías
del mañana sorprendido
que no sabes interpretar.
¡Ahh aquel primer beso!
Tuyo, mio, nuestro, de los dos
que nos sorprendió
aquel atardecer
de nubes nevadas decoradas
meciéndose suaves
bajo el vasto azar del cielo
mientras nos contemplaban
dos estrellas de nácar luminosas
y que el atardecer cotidiano
del hoy creciente,
del ayer menguante
aun me sorprende
del mañana lleno
su recuerdo.
Pippo Bunorrotri.
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