CONFESIONES

Me he postrado a la orilla

de la playa blanca

de tus labios

y he depositado

los besos

de mi silencio.

Ese silencio que he roto

esparciendo palabras al viento

que llevan tu nombre

y el aroma de tu ser.

 

He crecido como esencia

entre tus brazos mullidos,

he madurado percibiendo

los verbos de tu voz.

 

Bajo tu mirada

he construido

castillos de arena,

mansiones de piedra,

puentes de hierro,

ciudades de polvo y nieve,

y en todos, tú sonrisa

era la ternura

de la esperanza.

 

Ante tu presencia

las olas del mar temblaran,

el viento dibujara

remolinos de arena

bajo tus pies,

mientras te escondías

de las miradas

que negaban

la evidencia

de ser tú misma.

 

Tú silueta, tú porte,

sorprendía

al amanecer del día

donde la retama

de las horas

con sus colores

escribían las sonatas

que se le olvidaron a Vivaldi,

y donde las gaviotas

con su vuelo

esbozaban las melodías

del mañana sorprendido

que no sabes interpretar.

 

¡Ahh aquel primer beso!

Tuyo, mio, nuestro, de los dos

que nos sorprendió

aquel atardecer

de nubes nevadas decoradas

meciéndose suaves

bajo el vasto azar del cielo

mientras nos contemplaban

dos estrellas de nácar luminosas

y que el atardecer cotidiano

del hoy creciente,

del ayer menguante

aun me sorprende

del mañana lleno

su recuerdo.

 

Pippo Bunorrotri.

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