23 May EL MALTRATADOR
Cuando vuelves a casa
ahí la encuentras,
como siempre,
intentando halagarte,
como siempre
con el miedo
sujetando sus palabras.
Es tu lacaya, tu escoba,
tu saco, donde dejas
tus frustraciones,
y ella de rodillas
suplica
que no la mires
tan siquiera.
De algún modo vive,
entre tu engaño y sus errores
que culpas le pone,
y la mentira
de la esperanza
encerrada en un piso
de tres habitaciones.
Las caricias de tus manos
son golpes
que ya no duelen
pero cicatrices
dejan en el alma.
Tus palabras son latigazos
que laceran su corazón
maltratado por las promesas
de unos besos robados
en el parque de la felicidad
que siempre fue la mentira
de tu engaño.
En los días tú decides
que se viste, que se pone
sin que parezca una fulana,
de esas a las que acudes
con veinte euros
para que te bajen
la bragueta.
En las noches
tú la desvistes
para satisfacer
tu apetito de macho,
que esconde tu impotencia
de reprimido cobarde.
Como iba a saber ella
que detrás de esa fachada
de hombre afable
se esconde el ordeno y mando
de un retrograda sectario
que se cree
el centro del universo.
Tú has cambiado
las horas de la vida
de esa mujer
que encierras en la oscuridad
de tu mundo acoquinado,
cuando ella solo quería
compartir felicidad y besos.
Pippo Bunorrotri.
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