10 Oct EN LA PUESTA DE SOL
La noche extiende sus anteojos,
en el crepúsculo vespertino
y el calor que se determina
en el ocaso de su penumbra,
mientras el rey sol
se retira a su bosque
definiendo el silencio
del horizonte.
Es inevitable, no volver la cabeza
y dejar que la mirada cabalgue
en ese indeterminado confín
grabando en la memoria
la armonía de las nubes
dibujando paisajes y figuras
que desaparecen en el principio
de los pasos del día.
Cuando la luz ha llegado
a su esplendor final,
tu pensamiento se convierte
en un mar tranquilo, apacible
donde las preocupaciones
no son más que náufragos
agotados, navegando a la deriva.
Solo el tenue viento del ángelus,
la sutil brisa del mar
y el torpe silencio
de un atardecer engalanado
que llega y se va en el adiós,
entiende la inmensidad
de los anteojos de la noche
más allá de la puesta de sol.
Pippo Bunorrotri.
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