01 Jun LA CIUDAD
Los humeantes ojos
de la confusa ciudad
miran la noche amasada
de negro azabache
y ambarino oro.
Las distantes estrellas
iluminan con su reflejo,
en el río de su cielo,
la indolente modorra
de su día gastado;
los candiles, las farolas
de sus bulevares
alineadas como
regimiento de zapadores,
vierten el blanco
de sus entrañas
sobre el negro asfalto,
mostrando agitadas
su desgastado rostro ere-mítico
a la luna redonda,
que su sombra refleja
en el silencio
de la ciudad
que despierta
duerme.
Pippo Bunorrotri.
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