19 Feb PALABRAS ENCERRADAS

El día nace triste y apagado,

las nubes esculpen

oscuras formas que flotan

en el tenue viento que sopla,

y entre forma y forma

que se saludan en el tapete azul

con “un buen día tenga usted”.

Un furtivo rayo de luz

pálido y dudoso se cuela

entre las formas que se acomodan,

hasta llegar a la senda

donde las sombras caminan

con sus gemidos de idiota,

que hieren la imaginación

del escritor, del poeta,

que escriben una historia

que durante tiempo

ha dormido en las ruinas

del monasterio de su delirio,

donde las tormentas de invierno

han empapado su túnica de algodón.

Las palabras, de esa historia,

del escritor, del poeta,

se reúnen en el claustro

pidiendo perdón,

exigiendo ser oídas

en el péndulo del reloj

que cuenta las horas

en el rumor de los minutos,

en el susurro de los segundos.

Silenciosos gritos son,

que piden ser escuchados,

en audiencia, en la sala de papel

donde se muestran

los retajos arrugados de la tempestad,

que han dormido

acunando la disconformidad

de un mundo de murmullos y soledad,

donde nada se percibe

y todo se confunde

en los rumores

de un día triste y apagado.

El tiempo trascurre

en el cansino caminar,

y en el inexplicable

ruido de ese segundo

que cuenta el minuto,

la pluma se agita en el aire

y con sigilo se dispone a caminar

por la sala de papel

arrastrando su túnica

de ilusión purpurada.

Exhibe esa vitalidad que le caracteriza

exponiendo en la mesa rectangular

de los signos meditados

las palabras encerradas,

que con métrica precisa se entremezclan

formando el esqueleto de esa fantasía

que es historia de la memoria

que brilla y humea

en la oscuridad de un rincón

de la utopía del escritor, del poeta,

que inquieta y miedosa

parodia esa vida, llena de contradicciones,

que se representa en el teatro del mundo

donde las sombras caminan

con sus dudas e imprecisiones,

llenando las páginas de un libro

de palabras encerradas,

que no es leído

pero que todos conocen.

Pippo Bunorrotri.