20 Ene SUSURROS DE UNA NIETA
Tú abuela, contempla
los crepúsculos del otoño
con anónima ilusión,
esperando el frío invierno
en que mi diminuto cuerpo
caliente tu tierna alma
de madre arrinconada.
Tú abuela, crees reconocer
la sombra
de mi diminuto cuerpo
que se forma con tu sangre y tus lagrimas
en las cálidas ondas
del vientre de otra mujer, mi madre,
en la sombra de tu sueño.
Que ilusión, abuela,
poder sentir,
poder admirar,
en ese primer día
de mi llanto desesperado
tu sonrisa plateada,
tus ojos esmeralda.
Abuela, te prometo
que en la cuenca
de mis diminutas manitas,
el primer día de mi existencia
en esta vida robada al amor
recogerán los diamantes
de tus lagrimas.
Tú abuela mía,
contempla los crepúsculos
de este otoño de ilusión y fantasía,
que en una húmeda noche, llegare,
para que me acurruques
entre tus suaves brazos
con el palpitar de tú corazón
que palpita con el mio
mientras tus dedos
acarician mis mejillas,
mientras tu mirada sorprendida
me tararea mi primera nana.
Tu abuela, que ilusión
poder corretear
por el campo de tus sueños,
poder navegar
en el mar
de tu memoria.
Noviembre de 2014, un mes antes de que naciese Valentina
Pippo Bunorrotri.
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