19 Ene AQUEL MIÉRCOLES SANTO QUE PERDURA EN LA SOMBRA DEL RECUERDO
Miércoles Santo del setenta y cinco,
el manto de la noche
cubre las sombras de la catedral,
ya los nazarenos se retiran,
sus capuchas cuelgan de su cinto,
su rostro se dibuja en la penumbra,
sus túnicas cambian
por ropa cotidiana.
Ya la niñez borrosa
camina en la niebla,
y aquella juventud
ilusionada e inmadura
se dibuja en el horizonte pasado
donde la culpa es suya y tuya.
Ya en este invierno de un siglo
que cumple diecinueve años,
haciéndose viejo,
cae el tiempo
de la memoria.
Repaso, en esa fotografía,
en blanco y negro,
que en la conciencia
pone la memoria,
de aquella media noche
de Miércoles Santo,
que de santo solo tenia
procesiones.
En la plaza del grano,
entre la algarabía
de un pueblo pagano,
mi ingenua mano
atrapa una mano
con delicada inocencia
y mi mirada de soslayo
descubre el deseo de una mirada
sorprendida e ilusionada
abrazando en el alma ese instante
que el corazón retuvo sin reparo.
Las palabras pronunciadas
fueron mudas
y las razones, si las hubo,
la mente no pudo dominar las
ya que solo el corazón gobernaba,
hallándonos entre el bullicio
alocado por la procesión pagana,
dibujamos unos sueños
que nunca llegaron
a ser enmarcados
en el lienzo del anhelo,
pues en el caballete se quedaron.
La procesión pagana,
su recorrido comienza
por la viejas callejuelas
de nuestra ciudad histórica,
con vino, cerveza y alcohol,
y nosotros cogidos de la mano
escuchando el alegre murmullo
del corazón
sobre el mudo silencio
de la razón.
Llegamos a la Plaza Mayor,
la pagana procesión
un respiro se tomo
antes de adentrarse
en Domínguez Berrueta,
y nosotros nos quedamos
en la penumbra de los soportales
descubriendo lo que el corazón nos decía
en la sombra del arco muerto
donde las trompetas rebotaban
silenciando nuestro primer beso,
nuestras trémula caricias,
nuestras palabras susurradas…
despertando en el amanecer
del Jueves Santo
abrazados e ilusionados
en la procesión del encuentro.
En esta noche estrellada,
de este siglo que envejece
con diecinueve,
regreso aquel momento
que olvidado tenía
en el claustro de la memoria …
no sé muy bien porque,
quizás por la culpa…
la culpa,
de dos jovenzuelos inocentes
que aquella noche de miércoles Santo
conocieron el amor
que el tiempo de la vida
se llevo en su viento.
Enero 2019
Pippo Bunorrotri.
Estrella RF
Posted at 01:34h, 20 eneroMuy bonito. El recuerdo de un primer beso siempre queda en el recuerdo. Las caricias furtivas, esos primeros contactos, el nerviosismo… Además con una buen escenario, un Miércoles Santo y en la una procesión.
Recuerdo cuando era jovencita, en las procesiones de Aguilar, donde yo estaba interna, los chicos iban en un lado y las chicas en otro, lo único que podíamos hacer era echarnos alguna miradita…
Un abrazo.
admin
Posted at 18:27h, 20 eneroMuchas gracias…Un saludo