22 Ene LA PROMESA DE UN DÍA
En el instante de aquella tarde,
de aquel día, en el que el sol se ponía
en el oeste de una noche de alegría
que nuevos amaneceres traería,
en medio de un charco
de sudor y lagrimas.
Cuando abriste los ojos con un llanto
y te asombraste de mi gesto ausente,
o quizás perplejo del miedo,
y con un movimiento inocente
de tu mucoso brazo desnudo
pusiste tu diminuta mano en mi rostro,
donde una lagrima brotaba,
despertándome de un sueño sin palabras
y con un susurro del corazón
te prometí, a ti, un niño
recién salido de las entrañas de tu madre,
donde el amor puso su semilla,
que siempre te protegería.
En aquel momento no pensé
en lo que la vida nos depararía,
ni el desorden que en ella
causarían mis ausencias,
mis idas y venidas
persiguiendo un sueño,
que era de dos en compañía
y no de uno en solitario,
ni tampoco pensé
en lo que dejaría atrás
cuando ese sueño se rompió
en mil pedazos
como un jarrón de arcilla.
Los años han corrido,
como corre el viento
tras los pasos perdidos.
Tú eres un hombre
que persigue su destino,
yo un viejo disgustado
que cuenta recuerdos vividos.
Nuestra vidas son distintas
a las de aquella tarde
que todo era alegría,
tu en una punta
donde la luz brilla
y yo en el otro extremo
donde la penumbra
corteja a la memoria.
Los teléfonos no son de sobremesa
son de bolsillo,
ya no hablan del presente,
escriben el futuro.
Los coches tienen cuatro ruedas,
como antes,
pero ahora tu no los diriges
son ellos los que te ordenan.
Las vidas corren
de locura en locura
sin perder el tiempo en sueños
que hagan cambiar el tiempo
del disparate del mundo.
Pero a pesar de la distancia,
de la locura del mundo,
de la hipocresía de unos y otros,
de los egos cabezudos de todos
y de la lista de culpas
tuyas y mías,
que hemos escrito
con tinta invisible
en la pizarra de la memoria,
y que a ella regresamos
cuando no escuchamos
y es la sin razón la que ordena
palabras dibujando gestos,
que el tiempo todo lo clasifica…
las cosas son lo que son
y se quedan como hojas perennes
en la conciencia del perdón.
Todo lo viejo cambia,
todo lo nuevo se hace viejo
y que lo viejo y lo nuevo
no se pierden en el olvido,
conviven en el tiempo
aprendiendo de sus aciertos
y de sus errores…
Mírame hijo!… mírame
desde la distancia,
de tu silencio,
de nuestro alejamiento…
ves la caricia que aquella tarde
pusiste en mi rostro…
que una promesa arranco.
Hoy es el poemario
donde escribo este poema
de perdón.
Pippo Bunorrotri.
losrelatosdemoises
Posted at 19:21h, 22 eneroHace tiempo que no te digo lo bien que lo haces…
admin
Posted at 22:20h, 22 eneroMuchas gracias. Un saludo, nos seguimos leyendo
mariel
Posted at 21:40h, 09 febreroBom!
admin
Posted at 00:59h, 10 febreroGracias. Un saludo