02 Feb EL AMIGO IMAGINARIO
En los polvorientos estantes
de la biblioteca de mi memoria
permanecen, entre viejos títulos,
las epístolas de letra inclinada
de mi amigo imaginario;
fedatarios de una infancia secreta
escondida tras el abanico
de la brisa del momento.
En ellas, pieles arrugadas,
los temores se reflejan
densos e intensos
como capullo apretado
y en el silencio de mi mirada
se deslizan como ciegos
palpando las esquinas
de un alma exaltada.
Ha noches, esas en las que
el horizonte se ha diluido
en la oscuridad de las tinieblas,
el amigo imaginario regresa
cortando el silencio
con su sonrisa burlona,
llenando mi mente
de una borrosa penumbra
haciendo que camine
como un ciego
apoyado en su mano,
de lazarillo agitado,
hasta ese amanecer
donde el tiempo recicla
el pasado
en un sueño futuro.
Conozco a ese amigo imaginario
muy bien, como él conoce mi sino,
los dos nos conocimos
en esa edad,
donde la sonrisa
no mostraba los dientes,
en esa edad
donde la mirada
era una ingenua
mariposa que revoloteaba.
Yo conozco su sombra
él, mi sombra persigue
los dos seguimos
los alocados pasos
de un destino desviado
recogiendo besos prohibidos,
equivocados amantes
de un trance,
caricias perversas
de ese instante
donde el aroma
de la quimera
ahúma el sentir.
Él era esa nave
a la que me subía
para volar en ese cielo
entre los pensamientos
sintiéndome ese prosista
que crea historias
del relato de una vida.
Pippo Bunorrotri
Sorry, the comment form is closed at this time.